QUE TRISTE ES VER AL PAÍS AGONIZAR
Con qué tristeza te miro campesino compatriota, cuando te veo desfilando de a caballo en campaña electoral; con que orgullo vas llevando el pabellón nacional. No sé si llegas a comprender el respeto que debes tener cuando empuñas el asta de la bandera que representa la patria. Porque todo oriental bien nacido en esta tierra debe de sentir respeto y un deber a cumplir con ella. ¿Alguna vez has pensado que ese político te usa para adornar la caravana? representando escenas de épocas pasadas, cuando el gaucho a pata de a caballo y en lento andar de las carretas tiradas por bueyes, llevaba las pocas pertenencias que tenían a lugares más inhóspitos de la campaña, donde acampaba a cielo abierto o en precarios benditos, hasta tener pronto el rancho que construían, con lo que la madre naturaleza les proveía: madera, paja, terrón, cuero. Con estas pocas cosas hacían el nido donde criar los pichones, con trabajo y sacrificio, pero con el cariño que tienen los padres normales por sus hijos, trabajando sin descanso para criarlos, en ocasiones, con poquita ropa y de pata al suelo; descalzos, pero luchando sin pausas para alimentarlos, aunque más no fuera con un guiso carrero o un puchero, hecho con carne de oveja y verduras naturales que ellos sembraban y cosechaban. Es cierto que iban creciendo con algunas carencias que eran comunes de la época, pero en esta aparente pobreza, tenían la inmensa riqueza que el hombre debe tener. El respeto a los demás. Tener amor al trabajo. Por sobre todo respetar y querer mucho a la patria. Para los genios actuales, eran personas atrasadas, porque para los superdotados modernizantes de todo que quieren corregir a la madre naturaleza, transgenizando granos y verduras, fabricantes químicos para elaborar comida chatarra, sin importarles la salud de quienes la consumen, que seguro será aumentar las fuentes de trabajo al sector de la medicina. Por todo esto te preguntas ¿qué destino le quieren dar a este paisito? Porque si le preguntas a los mandamases porque no le tienden una mano a esas pocas familias que van quedando trabajando en el campo, que se mantengan unidas en el lugar donde nacieron, donde echaron sus raíces, que no tengan que irse a tierras extranjeras, donde poder trabajar, o lo que es peor aún, que tengan que ir a vivir en asentamientos que día a día van creciendo en los cinturones de las ciudades. La respuesta que te dan, es que estas familias, no son rentables al país. En mi modesta opinión creo no equivocarme, no es que no sean rentables es que la rentabilidad no llega hasta los bolsillos de esos ladrones tapados, que tienen las riendas para dirigir al país. Lo lamentable es que el rumbo que llevan, es extranjerizándolo en mano de forestales, regalando la riqueza natural de esta bendita tierra a las multinacionales para que sigan destrozándolo, echando productos químicos sin que nadie los controle, depredando la fauna, contaminando ríos, arroyos y toda fuente de agua potable. Envenenando el acuífero guaraní, la reserva de agua más pura, buscando hidrocarburos, dejándolo irrecuperable de por vida, como podrán comprobar. ¿Dónde está la rentabilidad?, despreciando la tierra, desoyendo al general José Gervasio Artigas, cuando dijo aquella frase: «No venderé el rico patrimonio de los orientales al vil precio de la necesidad». Amigo campesino, antes de pisar el estribo para montar a caballo, detente un instante y recuerda los pensamientos de José Artigas. Encontrarás el camino si quieres salvar la patria o seguir el que te ofrece este personaje de palabra fácil que promete villas y castillos. Que no cumple una, porque después de conseguir el voto para su partido, hará lo que hacen todos los políticos. Se olvidan lo prometido. Y no te hagas ilusiones que lo vas a volver a ver antes de la próxima elección. Te queda otro camino que no sé si lo querrás recorrer porque en él no vas a escuchar falsas promesas incumplidas, ni mentiras ministeriales, que oyen continuamente, porque en este vas a encontrar sinceridad y respeto. El que nos dejaron nuestros abuelos, hecho a trabajo, sangre y sudor, luchando contra todo obstáculo que se interpusiera hasta llegar a libertar la patria y dejarnos la inmensa riqueza natural de este querido Uruguay. Para que lo cuidemos y respetemos. Por todos estos motivos, lo último que les pido hermanos compatriotas, es que se mantengan unidos, trabajando juntos con el mayor respeto, limpiando la basura que está ensuciando al país, para que esta bendita tierra no muera nunca.
Carlos Ramón Milán Baz
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