Una idea de Alfredo Valdez Rodríguez

 

La Madriguera Libros

 

Sólo el azar es necesario

«Tranquilícese, todo está mal»CR

Hay filósofos recomendables y otros que no lo son. Los primeros enseñan a pensar bien, a pensar el bien, defienden las buenas causas, denuncian la explotación, alarman a los gobiernos conservadores con su crítica. Los otros desconciertan a quienes les escuchan, razonan contra el respeto a las razones comunes, se zafan de los compromisos más condecorados, desoyen la urgencia política. Los primeros son útiles y edificantes, los segundos prescindibles y demoledores. Entre estos últimos, ninguno menos recomendable que Clément Rosset,. El tema de Rosset, que en su juventud albergó bajo el título algo truculento de La filosofía trágica, es la defensa de lo real —único, sin sentido ni por qué— frente a ese doble exculpatorio y conciliador que le inventan las ideologías. Es un pensamiento cruel, sin cuidados paliativos, pero que a la vez proclama como fuerza mayor la alegría, invencible porque no presenta batalla contra nada de lo que realmente existe. La alegría llega o no llega, como la gracia divina de los que no tienen Dios: en la realidad trágica de la que no hay escapatoria (aunque tantos se empeñen en urdirlas e imaginarlas) podría parecer que la alegría es locura. Y lo es, por eso afirmamos de los más dichosos que están “locos de alegría”.

¿Qué es lo real? Es lo singular, lo que no tiene doble. El mundo que percibimos no es sino una representación de ello: es un doblez de lo real. Y precisamente por esto es ilusorio, pues lo real no tiene espejo a su medida, es por principio inidentificable.

Lo que llamamos destino y fatalidad no designa otra cosa que la inmanencia de lo real. De ahí que la relación más directa de la conciencia con lo real sea de pura y simple ignorancia. Por eso cuando lo real se asoma, inesperada e insólitamente, produce terror; pero también gozo, alegría, como la que se experimenta con la música, cuya misteriosa autosuficiencia se traduce en el júbilo de todo aquel que es poseído por ella, el mismo júbilo del que asume la realidad tal y como se le presenta, es decir, de aquél que se sabe poseído por lo real, sin posibilidad de escapatoria.

El objeto singular (En papel) /CLEMENT ROSSET

Encuadernación: Tapa blanda/Editoral: Sexto piso

Lengua: Castellano

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