Una idea de Alfredo Valdez Rodríguez

Suplemento de EL Pueblo, porque las diferencias son las que hacen a la riqueza de los idiomas, Si se habla en la esquina o se
habla en un centro educativo, la lengua es diferente. Si se habla en un café, estando borracho, la lengua cambia.
Ahora no me conoces


Línea de tres
Ahora no me conoces de la semana anterior
Arriba: Loureiro DT, Enrique “Chiche” Appratto, Washington Beloso,Jorge Pereira, Rúben
Acevedo, José “Pepo” Bonino, Jorge Novis y José “Cococho” García. Abajo: Eduardo Monzón,
Roberto “Tobi” Goñi Galloso, Ciro José Appratto Mery , Fernando Lacretta y Peña.Sportivo
Uruguay.(José Pepe Torres)

 
 Una pregunta de miércoles
Descartemos el río

Qué lugar de Santa Lucía sería para Ud. el que más nos identifica?
Gustavo Suárez: La calle Rivera. Estacionar el auto, quedarse adentro,
el repasador en la falda, los buñuelos de la patrona, ver quién pasa…
Juliana Berti: Consigna tramposa porque Santa Lucía es, antes que nada, el
río y el parque. Sin embargo, me pienso en la vereda de la casa de mis padres en
una tardecita de verano; en una caminata por el cañaveral y las galerías de la
Quinta; en un paseo en bici por 25 de Agosto hasta la plaza…
Y que más santalucense que el olor de la casa de Rodó y el juego de la escondida
en el laberinto central .
Ahora Santa Lucía es también para mí la curva Abascal y el fondo de casa, sobre
todo en una tarde de abril.
Julio Valdez: La estación, la plaza, la feria, la plaza Chucarro, la calle ancha,
en fin, podría referirme a que he considerado nombrar el mirador, pero cómo
podría explicar de qué se trata? Cómo describir el esplendor de la quinta "los
naranjos"? Usted hace cada preguntas…
Alfredo Gomez: La estación del tren.

Marcos Umpierrez: se me ocurren varios lugares, pero para elegir uno
elegiría el entorno de la estación, con todo o que implica, el hotel, la propia
estación, el parque, creo que toda esa zona.
José Carlos Alvarez de Ron: La Plaza, si es que hay que descartar el río.
Marcelo Monzeglio: Hay muchos sin dudas, pero por una razón personal, me
inclino por el Hotel Biltmore.
Elisa González: La esquina del club!! Incluyendo la plaza y el BPS.
Daniel Da Rosa: La Quinta Capurro!!!
Leonardo Quiroz: Alguna vez estuvo ubicada en la plaza, entre las farmacias
Grucci y Santoro, en medio del cantero, la entrada al infierno, disimulada por
una tapa corrediza de chapa oxidada. Desconozco si sigue estando allí.
Rúben Acevedo: El campanario.
Edgardo Taranco: Que nos identifique podría poner en primer lugar (porque
es lo primero que me viene a la cabeza, y por algo debe ser), el frente de la
Parroquia San Juan Bautista.
Aunque no es original (hay por lo menos una en Italia y debe haber más en otros
lados), cuando uno ve la silueta en seguida recuerda a Santa Lucía.
Si la pregunta fuera en plural, agregaría el Palacio Lacueva y el
"conjunto arquitectónico" de la Pasarela y el Chupón (que están en el
río, pero tienen su propia identidad).Que así sea.
Carlos Alejandro: La plaza seguramente…aunque ha perdido con la reforma
aquella mística acogedora de antes…
Paulina Durán: La calle ancha en toda su extensión.
Marcelo Rabaquino: Sin dudarlo, la quinta Capurro como resumen de todas
las casas quintas que marcaron parte de la gran historia romántica de "La
Bella".
Diego Alpui: Si hay algo que siento nos identifica en este momento es la
naturaleza por eso si el río esta fuera de concurso, me quedo con la maravilla de
la noche estrellada del pueblo y la belleza de la Quinta Capurro.
José Carlos Ferraro: recuerdo ser muy chico y llegar a disfrutar de una
función de cine. Tendría unos cinco años. Ví, Los Pitufos. Esa esquina a mi me
identifica mucho, y también esas dos calles de adoquines: 18 de julio y
Roosevelt.
Daniel Pérez Pariani: Creo que un lugar que ya no existe. Por eso no me
identifico con lugares. Y te cuento: el mirador donde está la cancha del
Empalme, el centro de la plaza, el Club y el Sportman. Los cambios que
sufrieron algunos de ellos les hizo perder su esencia.

Eduardo Mollo: acabo de darme cuenta la importancia que tiene para
nosotros el segmento Calvetti – Alanís, que me costó una enormidad encontrar
un lugar de alternativa. Creo que el lugar que nos identifica mejor, descartando
el río, es la Quinta Capurro, lugar de esplendor si los hay.
Néstor Taranco: Difícil imaginar algo que no sea el río o no esté cerca, como
mínimo. Pero en caso de buscar algo “tierra adentro” en la ciudad, me quedo
con el descomunal Palacio Lacueva. Hoy muy echado al abandono pero con
gente que quiere revitalizarlo y llevarlo lo más cercano a lo que era en su época
de esplendor. Recordemos que ya alguna vez fue símbolo/logo de un
aniversario de la ciudad.
Leonardo Bonizzi: Hola el lugar que más nos identifica puede ser la cuadra
de la plaza junto con la iglesia y la esquina de la plaza junto con el frente del
club social 23 de Marzo.
José Nicolás Arce: La plaza, vista desde la balconada del Club 23 de Marzo..
Martín Mangado: Sin ningún lugar a duda el campanario de la Iglesia.
Susana López: mi querido santa lucia….la plaza no es la misma…el Club no es
el mismo….pasó el tiempo y lo sé….pero sigo recordando esos lugares como
míos…yo tampoco soy la misma….solo sé que amo Santa Lucia con las ausencias
interminables que tengo…. nunca dejare de ir.

Rúben Rodríguez: Hubo un tiempo que el rio no cambiaba mucho en sus
formas y por ello había un sector del rio de para cada etapa, según éramos
niños, adolescentes y  adultos. De niños y preadolescentes, la Islita y el Canal,
ida para, arriba al trote con el agua por los tobillos y volver desde la punta del
Canal hasta la Islita previa parada en el medio del trayecto para treparte a un
sauce llorón y tirarate al agua, a veces la corriente era fuerte y había que meter
brazos y patada para poder agarrarte del tronco, otras veces no podías y te
llevaba la corriente y había que volver, ese era uno de los juegos, las madres
mientras tanto sentadas de este lado a espalda de la Estación mirando hacia
nosotros que íbamos y veníamos, mientras esperando que llegáramos tiritando y
entonces la toalla con olor a aceite de coco y yodo, en una época que no existía
agujero de capa de ozono ni bloqueador 50 nos recibía calentada en la arena y
era una bendición que rodeaba el cuerpo. Comíamos con los dedos arrugados y
cuando se acababa el frio y la barriga se llenaba, otra vez un rato más el mismo
circuito. Ya de adolescentes de este lado, tranqui escuchando "Meridiano
Juvenil" y después sí, tremendos partidos de Cabeza  con pelota de goma y con
el agua por los tobillos o el Voley frente a la punta del canal, mientras las chicas
sentadas en la arena miraban a una distancia que dependía según sus intereses
o vínculos con los jugadores. La Pasarela comenzaba a ser otro lugar
frecuentado en barra de amigos o con la novia más termo, mate y cigarrillo.
Después más de adultos se descubría el Sauzal. Hoy el rio a cambiado
mucho, sin embargo sigue allí, erguido como siempre y testigo del paso de los
años ,el Chupón de la Pasarela y ella algo maltrecha te sigue invitando a que
cruces para el otro lado y yo que después de muchos años me reencontré con

este rio, todos los veranos le hago caso, cruzo y agradezco estar alli
nuevamente…Disculpas leí mal el título, hay que descartar el rio entonces?
Interpreté al revés porque evidentemente leí desconcentrado. Disculpas. Será
que es tan fuerte mi relación con él que el inconsciente me ha traicionado.

 

 

 

Felix Montaldo
PERSONAS QUE ABRIERON CAMINOS NUEVOS
Jorge Luis Borges
1976 en adelante. Viajes, conferencias y publicaciones.
Se inició un período de constantes viajes al exterior donde daba conferencias y
recibía innumerables premios y distinciones. También se hicieron muchas
publicaciones de sus obras, además se escribieron muchos libros analizando sus
textos y tesis sobre sus temas; se filmaron películas basadas en sus cuentos.
Hacerle entrevistas era algo corriente e, incluso, las maestras llevaban a su clase
para que los niños también lo entrevistaran. Se fue convirtiendo en una figura
pública con toda la pérdida de privacidad que esto conlleva.
En setiembre de 1975 viajó a Estados Unidos por una semana y, por primera
vez, lo acompañó María Kodama. Se habían conocido en los años 1966 o 1967
cuando ambos compartieron unos cursos de anglosajón que se daban en la
Biblioteca Nacional. Ella tenía alrededor de treinta años. El viaje fue una
experiencia satisfactoria y de ahí en adelante siempre lo acompañaría cuando
iba al exterior.
En 1976 se publicó La moneda de hierro y Qué es el budismo, este último
escrito en colaboración con Alicia Jurado. La moneda de hierro se compone de
36 poemas; en el prólogo el autor expresa lo siguiente:
“Bien cumplidos los setenta años que aconseja el Espíritu, un escritor, por
torpe que sea, ya sabe ciertas cosas. La primera sus límites. Sabe con razonable
esperanza lo que puede intentar y –lo cual sin duda es más importante- lo que le
está vedado”. Fue firmado el 27 de julio de 1976. 1
Desde su ceguera, Borges volvió a la poesía. Declamaba los versos que surgían
de su inspiración para que sus amigos o secretarios los escribieran. El soneto
que da título al libro es un poema breve donde manifestaba sus inquietudes
filosóficas acerca del tema del amor. La obra gira en torno a una pregunta: ¿Por
qué necesita un hombre que una mujer lo quiera?
“Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
las dos contrarias caras que serán la respuesta
de la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo
quiera?

El libro “Que es el budismo” fue escrito por Borges en colaboración con su
amiga Alicia Jurado. Nuestro escritor no era adepto a esta religión, pero sus
ideas, así como otras formas del pensamiento oriental influenciaron en su obra:
la percepción del cosmos, la negación del yo, la forma de entender el tiempo.
Consideraba el mundo como una ficción y la realidad como un sueño, a
semejanza de la filosofía de Schopenhauer, Hume y su amigo Macedonio
Fernández.
Borges dictó varias conferencias sobre el tema, por ejemplo, en el Colegio
Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires y en el Teatro Coliseo de la misma
ciudad: le atraía el budismo por su “belleza y tolerancia” (a diferencia de otras
religiones); su rechazo a la violencia, el desprecio por la vanidad del yo, la
aniquilación del deseo, el uso de la paradoja, su visión de “el tiempo humano
como una serie de casualidades operantes”; millones de personas en el mundo
lo consideran “un camino de salvación” aunque, nuestro escritor aclara, no lo
sea para él puesto que no es creyente.
Otras manifestaciones del pensamiento oriental que influyeron en su obra
fueron los místicos persas e hindúes, el I Ching o I King (libro de las
mutaciones) y el Tao Te King, ambos de origen chino. Borges escribió un poema
llamado “Para una versión del I King”:
“El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quién se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida. (…)” 2
Prosiguiendo su serie de viajes, invitado por el Primer Congreso Internacional
sobre Shakespeare, se trasladó a Washington para dictar una conferencia
llamada “El enigma de Shakespeare” que se realizó en el hotel Hilton de esa
ciudad, lo que dio lugar a una curiosa anécdota relatada por el escritor y crítico
literario uruguayo, Emir Rodríguez Monegal:
“El salón grande del hotel estaba lleno hasta el tope, cuando entró Borges
ayudado, o inmovilizado, por dos acompañantes. Caminaban despacio por el
escenario, sosteniéndolo por los brazos. Por el momento, pareció como si
estuvieran trasladando un ídolo de madera. Finalmente lo colocaron frente al
micrófono. Todos se pusieron de pie y lo ovacionaron por incontables minutos.
Borges no se movió. Cuando los aplausos cesaron, Borges empezó a mover los
labios. Sólo salía un susurro de los micrófonos. En ese monótono susurro se
podía distinguir con gran esfuerzo una única palabra que volvía como el grito de
un barco lejano que se estuviera hundiendo en el mar. “Shakespeare,
Shakespeare, Shakespeare…” El micrófono estaba colocado muy alto. Pero nadie
en el salón tuvo el coraje de adelantarse y bajar el micrófono frente al viejo y
ciego escritor. Borges habló durante una hora, y por una hora sólo esa palabra
repetida –Shakespeare- llegó a sus oyentes. Durante esa hora, nadie se levantó
ni abandonó el salón. Cuando Borges terminó, todos se pusieron de pie y
pareció que la ovación final no habría de terminar nunca.”

 

Edgardo Taranco

 

ilustraron: © Ferdinando Scianna-Magnum Photos/ Petrona Viera,s/d

Cuando dos individuos se encuentran en una misma habitación, miran un
mismo objeto y se les invita a decir el color, el mero hecho de que los dos
respondan “azul” no significa que vean el mismo color. Entre el color real, el
color percibido y el color nombrado (o representado) existen innumerables
sistemas de interferencia, de intervención y de parasitismo. MP

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