Mirando al río a la altura de “la pasarela” se puede advertir la orilla primitiva del otro lado, por los árboles y su conformación. El cauce está ocupado por sedimentos acumulados en los que se ha desarrollado una espesa vegetación.
Muy distinto fue el río que vio Hernandarias el 13 de diciembre pero de 1606, hace hoy 411 años, día de Santa Lucía. Lo remontó unas 20 leguas. El 5 de mayo de 1607 en carta dirigida al rey Felipe III, habla con entusiasmo de este río: su abundancia de arboleda, la calidad y fertilidad de sus tierras, las numerosas quebradas y arroyos que la riegan. Su profundidad permite “que se pueda embarcar desde las propias estancias a bordo de los navíos las corambres y otros frutos de la tierra”…
Esa profundidad permitió que en los primeros 25 años del siglo XX se discutiese el proyecto de construir un puerto cercano a la ciudad de Santa Lucía. Decían que desde allí permitiría “sacar” la producción agrícola de la región. Fotos del lugar, como la clásica del año 1897 de la balsa con el balsero Astol, transportando al General Estebez (con “b” en el original) y su comitiva, sobre cuatro caballos y un pequeño carruaje, así como la foto de 1921 de una lancha a motor con asientos para doce pasajeros y toldo para su protección, que hacía el recorrido hasta Villa 25 de Agosto, son testimonios del caudal del río.
Una numerosa población en los más de 14.000 kilómetros de la cuenca, generó diversas agresiones ambientales. Estimo que fundamentalmente hubo dos agresiones especialmente severas: 1) La primera en 1933, apenas ocurrido el golpe de estado de Terra, se autorizó la elevación del muro de la represa de Aguas Corrientes, tema hasta entonces discutido en el Poder Ejecutivo. El muro favoreció el proceso de acumulación de sedimentos en el lecho del río.
2) La segunda gran agresión se da en 1939 – 40.
En el año 1868 por primera vez ingresa un barco de carga al río. Era la Reina del Plata, con materiales para la construcción de la planta de bombeo de Aguas Corrientes. Continuó esa tarea hasta que se inauguró la planta en 1871. Esta nave tenía el casco metálico, una capacidad de carga de 80 toneladas y 1,8 metros de calado. Es impensable que un barco de estas características pueda navegar hoy el Río.
Durante casi 70 (setenta) años continuó realizando ese trayecto con el carbón que la Usina necesitaba. Lo traía desde Montevideo a donde lo llevaban los barcos mercantes ingleses procedente de Inglaterra.
Iniciada la confrontación con Alemania, Inglaterra no pudo enviar más el carbón. Se recurrió a la leña. La Usina consumía 70 toneladas de leña por día. Ello provocó la desaparición de gran parte de los bosques naturales. Se acentuó la erosión de los suelos y aumentaron los sedimentos.
José “Pepe” Monzeglio, activo vecino de Santa Lucía, dedicó tiempo y pasión al estudio del río y sus problemas. Siempre que se refería a la acumulación de sedimentos en su cauce decía que era como un “plato llano”, cada vez con menor capacidad para contener volúmenes de agua y con mayor facilidad para desbordarse.

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