Fue en los años setenta del siglo pasado. Conversaba con varios compañeros en una guardia de hospital y la temática en determinado momento se centró en problemas ambientales. Allí expuse basado en mis lecturas de El Correo de la Unesco y de algunos autores que había descubierto por dichas lecturas. Uno de los dialogantes me preguntó si yo había leído el libro de Schumacher «Lo pequeños es hermoso». No. ¿por qué? Pregunté. – Porque en ese libro está mucho de lo que vos decís, fue la respuesta.


A la guardia siguiente se apareció con el libro nombrado, que me regaló. Y así pude leer y conocer a E.F. Schumacher, economista, nacido en Alemania, con estudios universitarios en su país e Inglaterra a donde emigró cuando se produjo el ascenso del nazismo. La primera edición es de 1972. Es de fácil lectura por la ausencia de términos muy técnicos. Pese a ser escrito hace más de 40 años, plantea una visión del mundo y sus problemas totalmente actual. Comienza por señalar que el capital con el que contamos está constituido por la Naturaleza y no parece preocupar que ese capital se consume despilfarrando. Pasa luego a señalar algunas de las agresiones contra las cuales la Naturaleza no tiene defensa: señala – el agente naranja por entonces usado en Viet Nam; – los transgénicos y la constelación de productos químicos que fabrica Monsanto. Pasa luego a alertar sobre – las grandes plantas de energía nuclear y reflexiona que si alguna de ellas sufre un accidente puede llegar a producir una devastación de dimensiones inimaginables. Critica el juicio generalizado que parece creer que cuanto más grande un proyecto es mejor y defiende los proyectos de poca escala porque son menos agresivos para la Naturaleza. Critica que se utilice el Producto Bruto Interno (PBI) para juzgar el bienestar de un país y señala las falacias que encubre tal criterio.
Alerta sobre que los grandes problemas ambientales van a deberse en el futuro a supuestos avances tecnológicos.
Vale la pena recordemos algunos de los desastres ambientales desde la década del setenta en adelante, precisamente ocurridos en aplicaciones tecnológicas de gran escala:
El 10 de julio de 1976, en el municipio de Seveso, al norte de Milán, Italia, un accidente de grandes proporciones en una planta industrial liberó al ambiente grandes cantidades de la dioxina TCDD, considerada una de las dioxinas más mortíferas que se conocen. Es componente del Agente Naranja, defoliante utilizado en la guerra de Viet Nam. Algunos lo consideran el Hiroshima de Italia.
El 28 de marzo de 1979 se produjo un accidente nuclear en la planta atómica de Three Mile Island, en EEUU.
El 3 de diciembre de 1984 en la región de Bhopal, India, se produjo una fuga de isocianato de metilo, en una fábrica de pesticidas.
El 26 de abril de 1986 se produjo un accidente nuclear en la planta atómica de Chernóbil, actual Ucrania, es considerado uno de los mayores desastres del medio ambiente de la historia.
El 11 de marzo de 2011 se produjo el accidente nuclear de Fukushima (Japón), que fue de una escala comparable al de Chernobil.
Todos ellos tienen algunas características que les son comunes. Intentaré volveré sobre ellas. Y sobre que lo pequeño es hermoso… y más seguro.

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