Suplemento de El Pueblo, Las páginas escritas recorren  las  calles como miradas: la ciudad  y trata de  registrar los nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes.

una idea de Alfredo Valdez Rodríguez

Felix Montaldo
PERSONAJES DE LA CULTURA URUGUYA
OSIRIS RODRIGUEZ CASTILLOS
Fue una persona muy versátil en sus talentos y aptitudes aunque descolló por su especial creatividad de sus poemas y canciones nativas y sus habilidades como músico. Primero aprendió piano donde alcanzó la brillantez, para luego dedicarse a la guitarra, instrumento al que también supo fabricar con sus propias manos y hacerle perfeccionamientos que luego patentó dándole el nombre de Osiris. También fue aficionado a la pintura, y a los tallados en madera y otros materiales.
Su abuelo materno había sido un hacendado de origen riograndense llamado Loreto Castillos que luego se radicaría en el Uruguay y su abuela Dámasa Muñoz quién fuera prima del caudillo blanco Basilio Muñoz. Osiris nos habla de ellos en su poema «Frontera norte».
Su padre se llamaba Genuino Rodríguez, hombre que hacía gala de poseer una singular cultura (aparentemente realizó cursos en Buenos Aires de Medicina y luego de Filosofía y Letras, dejando ambos estudios sin terminar). Más adelante se definiría como bachiller. Tenía la afición de tocar la guitarra enseñando a su hijo los primeros pasos. Su mayor logro personal fue desempeñarse como director en el Liceo Popular de Sarandí del Yí (el dirigió la comisión organizadora), pero al oficializarse dicho instituto no fue confirmado en el cargo.
Su madre, María Belén Castillos, había estudiado magisterio, recibiéndose de maestra, para luego cursar obstetricia en la Facultad de Medicina de Montevideo. Luego ejercería como partera en los lugares donde vivieron. Se supone que este cambio de actividad se debería a la necesidad de mejorar los ingresos familiares ya que ella era el sostén económico del hogar por la incapacidad de su esposo para encontrar un trabajo estable. También había tenido sus inquietudes artísticas, ya que gustaba de la música y había tomado clases de violín siendo niña. El matrimonio tuvo 4 hijos, 3 varones y una mujer.
Osiris nació en Montevideo el 21 de julio de 1925 en una casa situada en General Flores y Vilardebó (fue el segundo hijo del matrimonio). Al poco tiempo, y, luego de obtener su madre el título de obstetra, se mudaron a la población de Sarandí del Yí, en Durazno, donde ella ejercería su profesión.
Infancia de Osiris
Su niñez transcurrió en la mencionada localidad cuya pequeñez le permitió estar en constante contacto con la naturaleza. En la medida en que iba creciendo, pasaba largas hora en la campiña, junto al río Yí y un arroyo del lugar,. Salía a pescar junto a su padre y, en sus excursiones propias lo acompañaba un amiguito cuatro años menor que él.
Tenía pocos amigos por su carácter taciturno, reservado y poco comunicativo. Luego un médico le descubrió una insuficiencia pancreática que podría haber influido en su forma de comportarse. El mismo se definiría más adelante como un «poeta pancreático»
No le interesaba el fútbol contrariamente a la mayoría de los chicos de su edad. Pero participaba junto a otros niños en juegos algo salvajes (duelos con cuchillos de palo o enlazar terneros para luego jinetearlos sin que los vieran sus dueños). Pero sus padres le inculcaron el hábito de la lectura para alejarlo tal vez de esas correrías. Los libros le gustaron y también le fascinaban las obras teatrales representadas por compañías itinerantes que recorrían la campaña. Así conoció a personajes como «Juan Moreira», «Santos Vega» (famosos matreros), y pudo ver «El puñal de los troveros» y «El rosal de las ruinas».
En cierta ocasión sus padres le prohibieron quedarse leyendo hasta tarde de la noche y él cuenta la siguiente anécdota de cómo se las ingenió para salirse con la suya: «Entonces agarraba un tubo de alguna vacuna, o de aspirinas, y lo llenaba de luciérnagas. Lo llevaba a la cama y lo escondía. De noche, haciendo rodar el tubo sobre las páginas del libro, leía debajo de la frazada…»
Pero este interés por la cultura no se trasladó a su rendimiento escolar. Aunque era muy inteligente y tenía condiciones para la literatura y el dibujo solía faltar a menudo a las clases de la escuela rural donde concurría, donde tenía notas mediocres para su capacidad; incluso quedó como repetidor en sexto año. No era fácil someterlo a algún tipo de disciplina. Por otra parte parecía que sus padres eran condescendientes con él.
En Sarandí del Yí se relacionó con distintos personajes del ámbito rural. Uno de ellos, de apellido Berón fue una persona que aparentemente tenía descendencia indígena (Osiris lo definió como «mestizo con sangre india»). Se dedicaba, entre otras cosas, a cortar leña en el monte, era hachero y el joven poeta solía conversar con él sobre temas camperos. Sabía mucho de yuyos y de plantas y conocía la mayoría de los oficios rurales. Aunque vivía en el pueblo junto con su familia, se pasaba todo el día en el monte: tenía horno de carbón, vendía leña y, también cazaba animales (capinchos, lobos y gatos monteses) para comerciar con sus cueros e utilizar su carne. Por eso le llamaban «El montaraz» y fue la fuente inspiradora del poema así titulado.
También conoció a héroes desconocidos que habían participado en las guerras civiles bajo el mando de sus caudillos. Hombres de campo taciturnos que solían permanecer largo tiempo callados antes de aventurarse a relatar sus anécdotas. Uno de ellos era Prudencio Sosa quién estuvo en la defensa de Paysandú en los años 1864-65 quién, aunque analfabeto, era hombre muy respetado en el pueblo. Osiris prestaba mucha atención a estos relatos que luego influyeron en sus versos y narraciones gauchescas.

 

Ahora no me conocés


Ahora no me conocés
de la semana anterior
Los hermanos Mármol. (José Pepe Torres)

La Madriguera presenta
Nunca se sabrá cómo hay que contar esto
Antonioni filmó el cuento Las babas del diablo ( Las armas secretas), de Julio Cortàzar , que a su vez se había inspirado en una fotografía del chileno Sergio Larrain(Magnum). El camino conduce a un destino que conocimos como Blow up (1969). Un reportaje coral con la invalorable colaboración de Rodolfo Fuentes, ángel de la guarda oficial de ésta página.
Fuentes
Vi «Blow Up» (1966), la emblemática película de Antonioni, allá en el cine 18 de Julio en Santa Lucía, en algún miércoles a fines de los sesenta, (no podría precisar la fecha,ni siquiera el año, pero estoy seguro de que fue un míércoles: ese día daban las «prohibidas», o sea, películas donde podía llegar a «verse algo», un poco de piel o un corpiño, y que abarcaban desde los engendros sadomasoquistas de Russ Meyer hasta las obras de arte de Bergman o Agnés Varda).La historia completa sobre Blow Up y mi interés por la fotografía lo pueden leer aqui.
El film está basado muy libremente en «Las babas del diablo», un cuento de Julio Cortázar donde nada es lo que parece ser.
Lo que nunca había conocido, es el origen de ese cuento y recién ahora puedo cerrar ese círculo. A fines de los cincuenta, el fotógrafo chileno Sergio Larrain deambulaba por las calles de Paris haciendo fotos. Al revelar una de sus tomas, descubre, al fondo de lo que había sido su motivo de fotografiar, a una pareja teniendo un encuentro intimo. Cortázar va a visitarlo y ve la foto…
Sergio Larrain estuvo activo como fotógrafo de la famosa agencia Magnum, apadrinado por Cartier Bresson (quien le compró una copia de una de sus fotos más famosa, tomada en Londres en 1959, la que ilustra este post), hasta 1971, año en que decide apartarse del ejercicio de la fotografía y retirarse a meditar en un «ashram» en el norte de Chile, hasta su muerte, hace pocos días a los 81 años de edad.
Larrain
«El fotógrafo chileno Sergio Larrain realiza una fotografía en la catedral de Notre Dame, en París. Descubre al revelar la imagen que una pareja, al fondo, mantiene un encuentro íntimo. El episodio inspira a Julio Cortázar a escribir Las babas del diablo (1959).Del cuento de Cortázar, Michelangelo Antonioni obtendrá la idea de Blow Up. Película donde la fotografía de un gran parque, y una pareja que discute oculta en un rincón, desencadena la trama de la historia. El negativo de la fotografía se convierte así en la evidencia del crimen, y el proceso de revelado en el medio de la investigación.
Antonioni
Cuando se utilizan ampliadoras pueden llegar a verse cosas que, a simple vista, sería imposible captar…. El protagonista de Blow Up es un fotógrafo, no un filosofo, quiere ver las cosas más de cerca, pero lo que sucede es que, al ampliarlas demasiado, el objeto se desintegra y desaparece, por lo tanto hay un momento en que asimos la realidad, pero eso momento pasa. Éste es, en parte, el significado de BLOW UP»
Cortázar
Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros..(Las babas del diablo)
Fuentes
Un sobrino de Larrain, quería dedicarse a la fotografía y le pidió consejo a su tio. Este le escribió una carta que es un compendio de los verdaderos secretos de hacer fotografías:
«Miércoles. Lo primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en las manos y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el mínimo, lo indispensable y nada más… El juego es partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaiso, o a Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto, Dejarse llevar por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como apariciones las tomas….

Alfredo Gomez
Ser Feliz
Soy feliz a veces, cuando mi música suena bien, o cuando alguien la hace sonar bien.
Soy feliz a veces, al partir una cebolla, iniciando la alquimia, para cuando al poner un plato en la mesa, mis amigos, mi familia, lo disfruten con placer.
A veces soy feliz, cuando las palabras dicen algo que toca cosas profundas, y la felicidad entonces hasta puede venir con lágrimas que tengo que esconder para no tener que explicar.
Soy feliz a veces, cuando veo a un niño -cualquier niño- abriendo sus ojos al asombro o al orgullo de conquistar algo por primera vez.
A veces soy feliz, en un día cualquiera, frente a una nube, o al sol, a la lluvia, al viento, a la nieve, o al rocío.
Soy feliz a veces, cuando pienso en mi madre, en mis tíos y mis abuelos, los mayores de mi infancia, con sus errores y sus aciertos, y por poder entenderlos al fin, humanos e imperfectos y quererlos así, por el amor que pudieron darme.
A veces soy feliz, cuando pienso, de la misma manera, en mi esposa y mis hijos, en mis amigos y amigas, y en todos los que me han acompañado en las buenas y en las malas, mal o bien, con su presencia.
Soy feliz a veces, pensando, simplemente, en lugares y momentos, en el mundo que he conocido, en árboles y piedras, en ciudades y casas, en jardines y ventanas, en muros y techos.
A veces soy feliz cerca del fuego, que me recuerda a otro fuego y a otro que me recordó a su vez al primero que casi ya no recuerdo.
Soy feliz a veces, cuando paso cerca de un río que siempre será el mismo, -el de mi infancia y juventud,- aunque su nombre sea otro, y su destino y el mío ya nunca serán el mismo.
A veces soy feliz, porque sé que la felicidad no es luz sino destellos, en su mejor versión tal vez relámpago, y he aprendido a esperarla con los ojos bien abiertos.


Daniel Da Rosa / Serie Mínima

Elefante
En un helado día de agosto, apareció en el jardín de casa un elefante verde y alado. Lo descubrí después de mi acostumbrada siesta. Había salido a fumar y me encontré con el mamífero. Cómo no sabía qué hacer con él y estaba por llegar mi tía Esther, le dije que me siguiera. El animalillo obediente me siguió hasta la cocina, volando casi a ras de tierra. Ya dentro, cuando vio la heladera enloqueció y comenzó a darse contra las paredes, destrozando el lugar hasta que por una ventana logró salir, perdiéndose en la inmensidad del cielo azul.

«La sociedad disciplinaria de Foucault, hecha de prisiones, hospitales, centros penitenciarios, cuarteles y fábricas ya no es un reflejo de la sociedad contemporánea. En su lugar, ya hace mucho tiempo que ha surgido una sociedad de torres de oficina de cristal, shoppings, centros de fitness, estudios de yoga y clínicas de belleza. La sociedad del siglo XXI no es una sociedad disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento»BCH

 

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