En este país, desde hace décadas, esté el gobierno que esté, los uruguayos estamos acostumbrados, a recibir el año con un tarifazo de parte del gobierno de turno. Este año no fue la excepción. Con la algarabía del nuevo año, con las fiestas, pensando en las vacaciones de cada año, por lo general el uruguayo recibe la suba de los precios con total indiferencia, casi como una obligación. Es lógico, también cada entrada de año se aumentan los salarios y los impuestos. Pero el salario lo cobramos al mes siguiente y durante todo enero, hay que apañarse con el sueldo viejo. Se dirá que se recibe aguinaldo en diciembre lo que es correcto, pero no todos lo reciben. Este año el gobierno que nos gobierna, valga la redundancia, hizo lo que habitualmente hace cada año y se fue de vacaciones. Pero no contaba que el campo, que ya no aguanta más, se iba a revelar, y los tomó por sorpresa, lo que nunca. Ellos pensaban que estaba todo bien y que el uruguayo por costumbre como es habitual, se iba a callar la boca e iba a acatar las nuevas disposiciones como siempre lo han hecho. Pero les salió el tiro por la culata, esto así no va más, ya no se puede vivir en este país debido a la gran carestía que hay. El año pasado en unos de esos consejos de ministros que hacen en los pueblos del interior, una madre anciana, le suplicó a nuestros Presidente llorando a lágrima tendida que sus hijos no ganaban lo suficiente para comer, e hizo caso omiso a esas suplicas como si nada pasara. Esa es la realidad de nuestra campaña. Un país fraccionado, mientras que la capital parece uno, el interior parece otro. Uno de los países más caros del mundo. Y al gobierno lo tomo por sorpresa, nunca pensaron que la torta se les iba a dar vuelta. Pensaban que todo estaba bien, y necesitaron este movimiento para darse cuenta que estaban adormecidos. Y nuestro» Presidente» en una actitud casi dictatorial, dijo que nos los iba a recibir, pero al final tuvo que claudicar y los recibió y bajaron algunos impuestos, dando a entender que el pueblo tiene razón y que se puede bajar los mismos. El costo de vida ha tenido una escalada infernal. Los que votaron a este gobierno pensando que todo iba a cambiar, porque en el fondo los uruguayos todavía tenemos esperanza, nos dimos cuenta que es todo más de lo mismo. Lo que hacían los otros que estuvieron antes, estos lo adornaron y le dieron con más fuerza al despotrique del gasto público. Claro, pensaran que con los sueldones que ganan, todos están en las mismas condiciones que ellos. Cuando te dicen que la canasta familiar cuesta tanto y te dan mucho menos que eso, uno piensa que algo anda mal. Entonces ¿Cómo puede vivir una persona con diez o trece mil pesos de jubilación? Cualquiera que vaya una vez por semana a cualquier súper o mini mercado, puede comprobar cómo semana a semana suben los artículos de primera necesidad. Ya no hay bolsillo que aguante. Hasta para los comerciantes. Y no es dar palos, es ver una realidad. Ellos siempre dijeron que iban a gobernar para el pueblo, pero resulta que al pueblo, le están arrancando la cabeza, y que los que más tenían, iban a pagar más, eso dijeron, pero los que más tienen, se han enriquecido y los que no tienen nada, todavía siguen soñando un país mejor. Hay muchas maneras de mentir y este gobierno tiene la suya. Tenemos el combustible más caro del mundo, con impuestos que se sacan no se sabe ni para qué. Hasta los mismo turistas, – esos que se les perdona todo, y se les regalan dádivas para que vengan, mientras el uruguayo laburador, paga más y más para que otros disfruten – dicen que es carísimo vivir acá. ¿No será hora de que den un paso atrás y revean que se está oprimiendo al que aporta su dinero para mantener una burocracia que a ellos mismos los asfixian? ¿No será hora que esta agrupación política haga un impase de cinco, diez años y revean que mintiéndole a la gente no se puede gobernar, porque tarde o temprano, la furia popular los puede acorralar? El pueblo, su pueblo, al decir de ellos mismos, les está pidiendo por favor, ¡no más impuestos! ¡Aflojen! Este pueblo es inteligente aunque no lo parezca y siempre ha aguantado el chaparrón, pero esto los sobrepasó. No decimos que esté todo mal, pero tampoco está todo bien. La comida es carísima, la ropa, el transporte, ¡por favor! y ahora los pantalones vienen sin bolsillos. Gente que es mantenida por el gobierno, que ni trabajan, ni estudian, mientras otros se rompen el lomo para mantener una política degradante hasta para los mismos vagos. No se le enseña a la gente a trabajar, se fomenta el vaguísmo, muchos empleados públicos no están preparados para trabajar en oficinas públicas y los meten por política. Se llama a concurso y entra el que peor hizo el examen, todo para tapar acomodos. Hay mucho para decir de todo esto, pero no queremos explayarnos por cuestiones de espacio. La ciudadanía tiene un arma ¡El voto! Qué bien empleado, puede ser un castigo para que se vayan mordiendo el freno. No queremos más impuestos, queremos sueldos acordes al costo de vida. El tarifazo de principio de año es el más notorio, pero después durante todo el año hay otras subas que pasan desapercibidas y el despegue es cada vez mayor. En las próximas elecciones hay que tener memoria. Solo eso.
(A. T).-

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