Este 2018 no comenzó de una forma tradicional. Llevamos varias muertes a manos de asesinos con lo que eso significa en valor emocional y en el temor que siembra a todos sin excepción. Comenzó además con numerosos escándalos en torno a figuras políticas y la semana pasada culminó con la remoción de la cúpula de Asse por decisión del presidente de la República Tabaré Vázquez.
Convulsionado desde varios frentes, el país enfrenta un problema en el agro que, aunque ya no ocupa titulares, sigue sin resolverse. Y como en un barco en que se timonean varias tormentas, surge una controversia posiblemente inédita al conocerse que los padres de una alumna repetidora, acudieron a la justicia para que la maestra revea el fallo. O sea que, una nueva situación, que se suma a otras que ya tiene y que son urgentes, pone a la educación en la agenda.
Posiblemente los homicidios (que ya son definitivos y por más justicia que se aplique contra los culpables, el daño es irreparable) sean los que más nos siguen preocupando. Seguramente nos preguntamos quién será el próximo, cómo proteger a nuestros hijos y a nosotros de una desvalorización de la vida a la que asistimos desde hace años. Sumemos los que ocurren contra mujeres a manos de sus exparejas.
Y en orden de prioridades, copó la agenda periodística y en la opinión pública, básicamente a través de las redes sociales, casos de nepotismo, o contratación de parientes en la función pública. No es ilegal, pero es éticamente reprobable. EL más sonado y último, es el de un exjerarca de Asse que contrató a la novia de su hijo, a $57.000 por mes con apenas 18 años. Qué se puede aspirar a exigir a una casi adolescente en la administración pública y en un cargo de confianza? Posiblemente esto que terminó con la decisión del Presidente Vázquez de remover a toda la cúpula de Asse sea una señal de que tenemos que revisar el sistema. No sé si llegar a la prohibición, porque el argumento de la «confianza» no implica necesariamente que se deba dirigir a un familiar. Las causas esgrimidas sobre idoneidad son atendibles pero la de «compromiso» con la tarea, muy subjetiva.
Una forma podría ser establecer un máximo. Y que, cumplidas exigencias previamente establecidas, se pueda contratar a un familiar. Puede ser que el jerarca de turno entienda que es la persona idónea para la tarea y que es de confianza suficiente para justificar su contratación. Que además se vaya cuando cese el jerarca en el cargo. Ya que el tema se puso en la agenda, es una buena oportunidad de mejorar la situación y la imagen de los políticos tan caída en los últimos tiempos.
Demostremos todos que queremos una política al servicio de la gente de bien y no una fábrica de prebendas, favoritismo y empleo. Puede ser una buena señal y para eso, nunca es tarde.

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