Se están recogiendo firmas para efectuar un plebiscito de la Ley de Riego Nº 19553
por Ramón Legnani


El retorno a los lugares en que transcurrió la infancia y juventud proporciona al adulto sensaciones intensamente vinculadas a la forma en que se vinculó a ese ambiente. De algún modo siente que pertenece a ese lugar.
Vivimos en una etapa de la civilización en que la movilidad afecta a todos.
Hubo un largo período en los siglos pasados en que la movilidad, por ejemplo en Europa, era muy escasa en la mayor parte de la población.
Sólo viajaban aventureros, integrantes de ejércitos, navegantes o comerciantes arriesgados. Fue en la segunda mitad del siglo XIX, hace más de ciento cincuenta años, que se produjo una gran movilidad por la migración. La navegación independiente del viento, impulsada por motores, aumentó la facilidad de esos viajes. Pasó la etapa de las grandes migraciones desde Europa a los otros continentes. Pero quedó la experiencia para los grandes capitales que gestionar viajes era un gran negocio. Incluso salvó a muchos de las crisis económicas del siglo XIX.
Una hábil publicidad permanente ha convertido a los viajes y visitar regiones más o menos distantes, entre las formas de alcanzar la felicidad. Es el mismo tipo de publicidad que alienta el consumo insaciable de refrescos y objetos de dudosa necesidad.
La movilidad no sólo afecta a las personas, también afecta a los lugares: en nuestros años de infancia y juventud pudimos haber disfrutado de atractivos paisajes que nos acompañan toda la vida. Pero el retorno puede ser doloroso.
Cómo puede revivir sus recuerdos quien retorne luego de muchos años a la cuenca del Río Negro, donde el paisaje ahora es de montes de eucaliptos, de degradación de suelos, alteración de la calidad del agua y desaparición de numerosos pequeños productores familiares.
Cómo pueden vivir los productores de La Armonía que luego de años de practicar una agricultura familiar vieron destruir sus cosechas reiteradamente por el agua que siempre utilizaron, ahora envenenada por los agrotóxicos utilizados por vecinos.
Le alteran su ambiente a tal grado que ve, como solución a su problema, malvender y emigrar, abandonarlo todo. Se siente extranjero en su propia tierra.
Hay formas de agroindustrias que favorecen a los poderosos de la tierra y expulsan a los débiles. Todo ello para producir alimentos para 30 millones de personas como repiten numerosos gobernantes.
Se promociona la ley de riego 19553 diciendo que permitirá la inversión de capitales en la construcción de infraestructura para riego. La consecuencia de las represas privadas es que esa agua será manejada por el inversor, convirtiéndola en un bien comerciable. El productor pagará el agua que consuma, al inversor que busca recuperar su inversión y obtener una ganancia que considere justa. Justa para el inversor.
La inversión en represas para riego, no es fácilmente recuperable. En la zona arrocera del Uruguay hay más de treinta represas paradas, no se utilizan, dice Rafael Bottaro, presidente y tesorero de la Asociación de Cultivadores de Arroz. (Brecha, 14/07/18). Pero siguen impactando negativamente en el ambiente.

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