De acuerdo a datos oficiales conocidos el viernes pasado, El 6,2% de los hogares uruguayos está por debajo de la línea de pobreza, que también establece que el 20,01% de los niños menores de seis años son pobres.
Estas cifras, lejos de alentarnos porque de acuerdo a datos oficiales hubo un descenso (6,4% en 2015), nos alertan> Uruguay sigue teniendo muchos pobres.
La información que recoge El País, rebela otros datos: «Los niños y adolescentes (menores de 18 años) siguen siendo los más afectados por la pobreza. Si se consideran 1.000 niños menores de 6 años 201 son pobres, mientras que por cada 1.000 personas entre 18 y 64 años, 77 son pobres y cada 1.000 personas mayores de 65 años 19 no cuentan con el ingreso necesario para poder afrontar la canasta básica alimentaria y no alimentaria».
Estamos citando datos oficiales. Es decir que no son ni especulaciones, ni intentonas desestabilizadoras, ni valen aquí acusaciones de subjetividad.
Esto es lo que más nos duele: saber que la franja de población que es presente y que será futuro en materia de actividad laboral, está comprometiéndose.
Ni que hablar d enuestros adultos mayores. Son los dos extremos de vulnerabilidad a los que, cualquier gobierno debería apuntar sus baterías. Los niños, de mano de organizaciones del estado -léase Ministerio de Desarrollo, intendencias desde sus oficinas dedicadas a esa área, Ministerio de Salud Pública, etc.- tendrían que ser atendidos en primer lugar antes que todo. Y todo, significa todos los temas país y de la agenda.
Siempre se nos dice a los uruguayos que el gobierno uruguayo destina un gran porcentaje a la atención social. Y lo hemos apoyado y destacado. Excepto cuando se trata de un asistencialismo no sustentable en el tiempo ni en el espíritu de lo que debe ser una ayuda a los más necesitados. EL espíritu de sostener y apuntalar a una familia en riesgo, es loable; hacer de eso una especulación, (dicho de otro modo, dar plata por dar), además de generar suspicacias, fomenta la dependencia y quita dignidad. O acaso muchos no escuchamos aquel: «si me paso del monto me sacan la tarjeta Mides»?.
Se debe fomentar la necesidad, deseo y dignidad de ganar y tener lo propio. Flaco favor se le hace a un desempleado, dándole un monto de dinero. Se debe dar trabajo genuino. Trabajo digno, aún en el estado para que, en lugar de montos, reciban una paga por su función.
Eso es parte de un Uruguay productivo que muchos soñamos y que no nos resignamos a descartar su existencia.
No entendemos, en principio, estas cifras oficiales. Y fuera de ellas, a los que, por suerte tenemos trabajo y recorremos el departamento de Canelones y parte del país, se nos hace parte del panorama, mucho más frecuente de lo que desearíamos, la gente prendida en contenedores, revolviendo con miras a encontrar o bien algo para comer, o bien algo para llevar a su casa.
Mucho peor aún, hemos visto niños dentro de ellos. Y eso, nos hace pensar que, esas criaturas además de no tener ni remotamente cerca sus necesidades satisfechas, pueden tener hipotecada su esperanza, porque creen que esa es una forma de vivir.
Hace falta decir que eso genera una carga de dolor y resentimiento? Que es un disparador de otras conductas? Duele la infancia pobre pero mucho más duele ver que no Uruguay no termina de solucionar estas situaciones.
Del mismo modo, tras enlutarnos por siete homicidios contra mujeres solo en los meses que han transcurrido desde el inicio de año, nos ensombrece que la Cámara de Senadores haya aplazado la discusión del proyecto de ley que pretende hacer hincapié en el homicidio de geénero o femicidio.
Parece ser que los legisladores no tienen tiempo y aplazan la que quizá sea nmás urgente de todas las leyes.
La clase política debe tener más autocrítica y mayor compromiso. No quiero pensar que la lejanía con las elecciones, incida en esto
Mientras tanto, seguimos poniendo pienso y evaluamos qué caminos tomar. Hay miles de compatriotas que nos necesitan. No podemos hacer la vista gorda.
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